El duelo es la respuesta natural y única que experimentamos al sufrir una pérdida significativa en nuestra vida. Es una experiencia universal y, a la vez, personal. Una pérdida es significativa dependiendo del vínculo que teníamos con lo perdido, esto puede incluir real o simbólico, entre ello puede estar un fallecimiento, ruptura amorosa, o incluso la pérdida de una actividad valiosa, entre otros. El duelo no sigue un camino lineal y puede variar significativamente de una persona a otra.
La evidencia clínica muestra que hay una prevalencia del 7 al 20% en duelo complicado
Durante los primeros meses después de una pérdida, muchos síntomas de un duelo normal son los mismos que los del duelo complicado. Sin embargo, mientras que los síntomas del duelo normal comienzan a desaparecer gradualmente, en un duelo complicado aquellos síntomas persisten o empeoran.
Un duelo puede considerarse complicado cuando su intensidad no disminuye 6 meses después de la pérdida y esto continúa causando complicaciones en el funcionamiento cotidiano.
El Modelo de Procesamiento Dual, propuesto por los investigadores Stroebe y Schut, autores de:
Complicated Grief: Scientific Foundations for Health Care Professionals proponen que el trabajo se centra en dos tipos de afrontamiento del duelo:
Orientado a la pérdida: Involucra el contacto directo con el dolor de la pérdida, permitiendo la expresión de emociones y la rememoración de la persona fallecida.
Orientado a la restauración: Se refiere a la adaptación a la vida sin la persona perdida, incluyendo la gestión de los cambios y nuevas responsabilidades que surgen tras la pérdida.
El modelo propone que las personas en duelo fluctúan entre dos formas de afrontamiento. La terapia fomenta que los individuos alternen entre una atención consciente y abierta hacia su dolor, y un enfoque activo hacia su nueva realidad y responsabilidades. Esta fluctuación facilita un equilibrio saludable entre el manejo del dolor y la adaptación a la vida tras la pérdida.
Estas son una herramienta útil para afrontar la pérdida y avanzar en el proceso de duelo. A continuación las tareas que propone Worden trabajar y algunos ejemplos:
Aceptar la realidad de la pérdida: Esta tarea implica reconocer y aceptar la realidad de la muerte o pérdida. Puede ser útil hablar sobre la pérdida, escribir en un diario, o realizar actividades de despedida para ayudar a internalizar la realidad.
Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida: Esta tarea implica permitirse sentir y expresar el dolor de la pérdida. Las actividades podrían incluir ejercicios para contactar con las emociones, ejercicios para poder recordar momentos difíciles, meditación, o simplemente permitirse llorar.
Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente: Esta tarea implica aprender a vivir en un mundo donde la persona amada ya no está presente. Esto podría implicar aprender nuevas habilidades, asumir roles que la persona fallecida solía desempeñar, o buscar apoyo en amigos y familiares.
Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo: Esta tarea implica encontrar una manera de mantener una conexión con la persona fallecida mientras se sigue adelante con la vida. Algunos ejemplos son honrar a la persona fallecida a través de la memoria, la creación de rituales, o la dedicación de tiempo a causas o actividades que eran importantes para la persona fallecida .
Es importante recordar que cada persona es única y puede moverse a través de estas tareas a su propio ritmo. Además, estas tareas no siguen un orden específico, ya que el duelo es un proceso y no un estado.